Gracias a unos amigos ciclistas sabíamos de su existencia como un lugar para deportes de aventura. Lo que no sabíamos era que antes que un negocio de aventura era un estilo de vida, una forma de entender el mundo, una postura ética sobre nuestro paso fugaz por el planeta. Es la historia de la familia Cárdenas, en todo el centro geográfico del departamento del Tolima.

Un inicio lento y divertido

Esta vez no hubo demoras ni retrasos, el fantasma de los daños eléctricos se fue a descansar y las nubes prefirieron esconderse del sol que imponente quería dominar el domingo, en la víspera de la celebración en Colombia del día mundial del árbol. Esta vez todos llegamos puntuales y salimos a tiempo.

Pero como nuestra meta no es el punto de llegada sino las historias que nos enseña cada recorrido, a medida que nos fuimos adentrando en el bosque seco tropical y en el paisaje que han formado nuestros ríos, especialmente el río Coello, fuimos reconociendo las propiedades medicinales de algunas plantas, comiendo corozos, divisando a lo lejos la meseta de Ibagué con sus matices de verde de los arrozales y riendo. Riendo con las ocurrencias de Amalia que se iban matizando con “l’eau de vie” de Manuel. Y aunque Edna reclamaba desayuno, no podía resistirse a la urgencia de contemplar el paisaje, mientras le embolatábamos el hambre con chocolatinas, galletas y mandarinas.

Luego de cuatro horas de un viaje que otros realizan en dos, llegamos a la vereda La Primavera en el municipio de Rovira, un lugar famoso por su vocación cafetera y lleno de vida, color y rumor de agua. Allí nos esperaba doña Yolima con sonrisa y café para invitarnos a entrar a ese breve paraíso que es la finca Los Cámbulos.

La barriga llena y el alma expectante

Luego del café con sonrisa de doña Yolima apareció Miguel Cárdenas, el líder de un bello sueño familiar que brota como agua de las entrañas de la cordillera central colombiana, para anunciarnos que estrenaríamos un nuevo sendero y veríamos una nueva cascada. Pero antes teníamos que desayunar porque la cara de hambre casi que le ganaba a nuestras ganas de conocer y aprender.

Fue así como pasamos a la casa de don Ariel, doña Olga y su hija Yuri, donde entre la alegría y la sorpresa nos brindaron un desayuno campesino que nos devolvió las fuerzas, le iluminó el rostro a Edna y nos renovó la ilusión por conocer las cascadas de La Primavera. Alegría, sí, porque nos esperaban desde las 6:00 AM. Sorpresa, sí, porque “quién en su sano juicio desayuna a las once y media de la mañana”.

Las cascadas, no lo olvidemos. Las cascadas

Pero nosotros íbamos era a ver las cascadas y hasta ahora teníamos paisaje, historias, ocurrencias, “l’eau de vie”, comida y rumor de agua; y aunque todos estábamos felices con el viaje, aún no llegábamos a lo anunciado: Las cascadas de La Primavera.

Miguel nos dio las instrucciones que se complementaban con las de algunos aventureros ciclistas que rondaban el lugar y decididos emprendimos el camino. En diez minutos estábamos decidiendo entre un gigantesco árbol de mandarinas maduras y el primer complejo de cascadas hermosas y rumorosas. Finalmente escogimos ambas: mandarinas bajadas del árbol y las cascadas de no más de veinte metros de altura con sus aves, mariposas, flores y vida. Pero había más… 

Seguimos el sendero y llegamos al mirador. Un lugar desde donde se divisa el segundo complejo de cascadas y uno se toma la foto para las redes sociales. Pero lo verdaderamente impactante es el azul del cielo. Un azul único que solo el brillo del agua que golpea contra la roca nos puede ofrecer. Un deleite a los sentidos.

Pocos minutos después ya estábamos en la cascada y nos fuimos acomodando, al comienzo tímidos, y ya luego disfrutando a plenitud del agua, del sol, de la brisa. Entre risas y brisa, el tiempo ya no existía y ni el hambre nos movía. Era como querer quedarnos en ese breve paraíso sin que nada ni nadie nos sacara de allí. En algún momento apareció Ariel con el servicio premium de la finca: café a la cascada. Nos bebimos cada sorbo con tal delicia que recordamos que era muy importante almorzar, regresar, desandar el camino.

El almuerzo y la sorpresa

Regresamos a la casa a almorzar y Olga y su hija Yuri nos tenían un manjar de dioses: el exquisito sancocho de pollo con especias recién recolectadas de la huerta, una ensalada cuyos ingredientes acababan de cosechar y un jugo de mora inolvidable y exquisito. Pero aún faltaba la sorpresa, algo reservado solo para la familia Cárdenas: en una de las habitaciones de la casa donde suceden las reuniones familiares, un espacio para la intimidad familiar había una cartelera donde escrito a mano se leía: “Código de ética”.

Uno a uno, se fijaban en ella los puntos de un código que habla de aquello que necesitamos para que nuestra existencia en el planeta sea más digna: solidaridad, respeto, compasión y, ante todo, el cuidado del planeta. Descubrimos por azar que la familia Cárdenas en la intimidad de sus encuentros familiares tienen visible para ellos un código de ética planetario pero que, ante todo y a diferencia de muchos de los códigos de ética que pomposamente se imprimen en letras de molde en muchas empresas, día a día en su finca y desde ese centro geográfico del departamento del Tolima ponen en práctica y que al visitarlos hacen visible en sus rostros, sus sonrisas, su voluntad de servicio y su don de gentes.

El final

A las 6:30 PM de este inolvidable domingo, ya de nuevo en Ibagué y con las últimas carcajadas por las ocurrencias de Amalia nos fuimos dando cuenta que más que un viaje, recibimos de la familia Cárdenas una lección de ética planetaria que debemos empezar a practicar, porque nuestra conexión con el planeta es el destino. ¿Quiere vivir con nosotros esta aventura? Contáctenos y nosotros la hacemos posible. Escríbanos a info@turismoconcienciacol.com o a través del WhatsApp (57) 311 4415671. Todo lo que tiene que hacer es divertirse, nosotros nos encargamos de lo demás.


5 Comentarios

María Clara Pedraza · 13/10/2020 en 4:09 am

Después de este agradable relato, me queda por decir que una cosa es contarlo y otra bien diferente es vivirlo. Conocer la Cascada La Primavera en Rovira es una aventura fantástica para los que amamos la naturaleza, cada tramo del camino está repleto de vida y color.

    admin · 13/10/2020 en 6:22 am

    María Clara, muchas gracias por acompañarnos en este bello recorrido por nuestro Tolima.

      Olga Martínez · 13/10/2020 en 9:08 am

      Tanto el viaje como el relato son valiosos, la belleza del lugar, el encuentro de los viajeros con el entorno, la calidez de la familia anfitriona, la posturas éticas dan validez y sustento a Turismo con-ciencia, la conexión con el planeta es el destino.

        Amalia Oviedo A · 13/10/2020 en 5:00 pm

        Me gusta saborear el paisaje, recordar parajes ya recorridos y disfrutar con personas maravillosas que también comparten el mismo gusto de disfrutar la naturaleza; este recorrido fue maravilloso, me divertí mucho y la pasé muy feliz! Gracias por alegrar mi vida en cada recorrido!

          admin · 13/10/2020 en 5:04 pm

          Un verdadero placer compartir con personas con su alegría, Amalia. Gracias.

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